Presentaciones

Han pasado ya muchos años desde la última vez que escribí mis reflexiones en un blog. La verdad es que este medio, el de los blogs, vive tiempos oscuros: los ensayos, los escritos, las novelas por capítulos... han evolucionado hacia discursos más breves y simplificados, en consonancia con el ritmo espídico de la sociedad del siglo XXI. Dedicarse a verter pensamientos interminables en la red sin un objetivo claro atrae pocas visitas, tan huidizas ante las cábalas filosóficas y las verdades incómodas, y reconocer la autoría de esos textos rezuma un cierto tufo a infelicidad que espanta al más pintado.

Es más efectivo cautivar la atención de los navegantes mediante tweets, posts en Facebook, incluso a través de los vlogs de las plataformas de vídeo, que además admiten el empleo de recursos multimedia imposibles para el formato escrito. La sociedad ha cambiado e Internet no se ha quedado atrás, ya lo sé, pero... ¿qué pasa si los bloggers nos negamos a cambiar, a subirnos a ese tren? ¿Qué pasa si somos unos chorlitos pseudo-luditas y queremos seguir publicando nuestros textos fatalistas para debatir de lo divino y de lo humano?

Y así, para aquellos románticos que nos resistimos a la convergencia simplificada de discursos en las redes sociales, puesto que el progreso no implica necesariamente una mejoría, siempre nos quedará el tocho de texto como manifestación de nuestro ser y arma arrojadiza contra las masas. Una soflama existencial que posiblemente naufragará en el inmenso mar cibernético y reposará en el legamoso lecho de contenidos irrelevantes. Excepto para su autor, pues uno descubre con el tiempo que todo eso que escribe, lo escribe para sacarlo de dentro, para liberar su rabia, calmar su inquietud, gritarle al mundo "aquí estoy, joder". O para matar las horas muertas en una aldea semi-aislada de la Galicia rural (así empecé yo).

En otras palabras, que al final del día tener cincuenta "Me Gusta" de gente que ni se ha molestado en leer lo que has escrito... importa un comino sideral. Esto es lo que ocurre con frecuencia en Wordpress y es uno de los motivos por los que he regresado a Blogger después de una excursión más o menos prolongada. Cada entrada que se publica en Wordpress pasa a un feed público donde cualquier persona puede ver las últimas entradas de la plataforma, y es frecuente que otros usuarios, con el fin de obtener visitas para su blog, le den a "Me Gusta" a tus últimas cinco o diez creaciones con un margen de diferencia de dos segundos entre clicks (sobra decir, sin leerlas); la idea es lanzarte el anzuelo y convertir ese vacuo gesto en una visita para su espacio personal. "Gracias por su fantochismo, no era necesario".

El otro motivo por el que he abandonado temporalmente Wordpress es porque sus programadores son un poco tiranos. Durante el último año han implantado el editor Gutenberg, un sistema sobre el papel muy potente y flexible, pero que en la práctica convierte la sencilla tarea de publicar textos en una odisea. Y a mi edad, para qué nos vamos a engañar, no me apetece pelearme con cuestiones técnicas ni cambiar lo que hasta ahora me funcionaba de perlas; quiero el camino más corto, la eficiencia. Y detesto las imposiciones y las actitudes paternalistas.

Así que, cortando el rollo, vuelvo a Blogger y pronto empezaré a subir relatos, reflexiones, quizá dibujos, puede que hasta cosas mucho peores. Si para entonces seguís por aquí, luego no digáis que no os lo advertí.

Bienvenidos.